Corporación Costarricense de Desarrollo (CODESA)

Sergio VillaltaSergio Villalta

Por: Sergio Villalta

Dado que el gobierno decide qué cosas se deben enseñar en las escuelas y colegios, es algo bastante común que las personas desconozcan hechos importantes de la historia.

Es común que las nuevas generaciones nunca hayan escuchado hablar de la Corporación Costarricense de Desarrollo S.A. (CODESA) y desconocen por completo su legado.

Desde luego, no está en el interés del gobernante mostrar uno de los fiascos más grandes y perjudiciales del estatismo desenfrenado de aquella época.

CODESA se fundó en 1972 durante el tercer gobierno de José Figueres Ferrer del Partido Liberación Nacional. Originalmente había sido pensada como una sociedad de “capital mixto”.

Se había dicho que el 67% de las acciones debían estar en manos del gobierno y el resto en manos de inversionistas – algo que nunca ocurrió.

La ley constitutiva de CODESA le daba un espacio en la junta directiva a un representante de la Cámara de Industrias y otro asiento se reservaba al sector agropecuario.

CODESA gozaba de amplias potestades para comprar otras empresas, otorgar avales, asumir créditos (incluso con bancos extranjeros), realizar fideicomisos, emitir títulos valores, titularizar sus activos, etc.

En síntesis, funcionaba como un ente totalmente autónomo y como casa matriz bajo la cual operaban sus subsidiarias.

Durante el gobierno de Daniel Oduber, del mismo partido Liberación – el padre intelectual de CODESA -, que también fue exvicepresidente de la Internacional Socialista, la corporación llegó a controlar importantes industrias nacionales.

Entre las más grandes “empresas” bajo el paraguas de CODESA estaban:

CATSA (Central Azucarera del Tempisque S.A.) la más grande del país.

CEMPASA (Cementos del Pacífico S.A.) que abastecía el 70% del mercado nacional.

ALUNASA (Aluminios Nacionales S.A.) que suplía el 30% del mercado.

ALCORSA (Algodones de Costa Rica S.A.) la más grande demotadora de algodón del país.

Cementos del Valle otra cementera que había sido fundada por particulares y después comprada por CODESA.

TRANSMESA (Transportes Metropolitanos S.A.) la empresa de transporte público más grande del Valle Central

FERTICA (Fertilizantes de Centroamérica) una planta de fertilizantes.

FLEMAR (Fletes Marítimos S.A.)

Tempisque Ferry Boat (Una empresa de transbordadores)

DAISA (Corporación para el Desarrollo Agroindustrial S.A.)

Junto a estas operaban algunas otras “empresas asociadas” en las cuales CODESA era un importante accionista.

Por ejemplo:

CABSHA (una empresa de chocolates), que originalmente también fue una empresa fundada por particulares.

LACSA (una línea aérea “nacional”)

SANSA (otra línea aérea)

Aceros Técnicos (una metalúrgica)

Fibras Nacionales S.A. (una textilera)

Asociación Bananera Nacional (una corporación de productores de banano)

Cafetalera Industría del Valle (una ingenio de café)

CONAPROSAL (una productora de sal)

La ley orgánica de CODESA prohibía la venta de sus acciones o de sus subsidiarías a extranjeros. También se prohibía la venta de sus “empresas estratégicas” como las cementeras y otras.

La filosofía detrás de CODESA se resumía así: “¿para qué importar aluminio si lo podemos producir en el país y crear empleos?”

A esto se le conoció como el modelo de “sustitución de importaciones” impulsado desde los años 60 en país.

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Además, se creía que liberando a las empresas estatales de todo control estas podrían competir en igualdad de condiciones con el sector privado.

A lo largo de sus 25 años de existencia las pérdidas de CODESA fueron estratosféricas. En su último año de operación (1997) sus pérdidas se calcularon en cientos de millones de dólares de aquella época.

El legado de CODESA se puede resumir en pocas palabras: empobrecer al pagador de impuestos, el cual fue obligado a pagar la cuenta final.