Una agenda para el desarrollo
Decía Carlos Marx al final de la Undécima Tesis Sobre Feuerbach: “Los filósofos hasta ahora sólo han interpretado el mundo de diversas maneras, de lo que se trata es de transformarlo”. Pues bien, la ciencia económica ya ha establecido los principios generales para alcanzar un sano desarrollo económico y social; de lo que se trata ahora es de transformar nuestra sociedad aplicando esos principios.
La economía es una ciencia al igual que la medicina o la física. Así como debemos recurrir a la ciencia médica para procurarnos salud, en la física para construir chips para computadores, y a la ingeniería para construir casas, puentes y rascacielos; así debemos recurrir a la ciencia económica para alcanzar el desarrollo económico.
En otras palabras, no podremos recobrar la salud si, por ejemplo, ante el diagnóstico médico nuestra respuesta fuera, “Doctor, lo que Ud. dice es teoría, la realidad es otra”.
Sólo existen dos formas en que puede realizarse una transacción económica: a la fuerza o de manera voluntaria. Cuando una transacción se realiza de manera voluntaria AMBAS partes ganan; caso contrario la transacción no se realizaría. Este es el principio fundamental de la ciencia económica. Cuando ambas partes ganan en una transacción, inequívocamente se está generando y creando mayor bienestar. Los ejemplos típicos de una transacción a la fuerza son los casos de un asalto a mano armada y en el cobro de impuestos.
Otro de los más importantes principios de la ciencia económica es que bajo condiciones de libre competencia los bienes y servicios se producen al menor precio posible, en mayor cantidad, mayor variedad, a la mejor calidad disponible, con la más justa distribución posible, los niveles de inversión son mayores, los niveles de transferencia tecnológica son óptimos, y tanto los salarios como los niveles de empleo son los más altos posibles. En resumen, la ciencia economía concluye que cuanto mayor sea la libre competencia se obtienen mejores resultados sociales y económicos. Lo anterior aplica para cualquier bien o servicio, sea telecomunicaciones, créditos, emisión monetaria, alimentos, educación, servicios médicos, etc.
Como consecuencia de lo anterior, en una situación monopólica se obtienen los resultados opuestos a la libre competencia: precios altísimos, mínima inversión, mala calidad, poca variedad, mal servicio al cliente, salarios bajos y tasas altas de desempleo y mala distribución del ingreso. Valga decir que en la actualidad los monopolios existentes en el mundo se deben única y exclusivamente a la protección que les otorga el Estado.
Debemos tener presente que toda regulación limita la libre competencia y es por eso que hay que ser sumamente cauteloso al aplicar regulación. En casi el 100% de los casos, la regulación se hace, no con el fin de mejorar el funcionamiento de los mercados libres sino con el fin de beneficiar a unos cuantos a costa del pueblo.
Si un mercado libre no funciona como idealmente se espera, eso no justifica su intervención. Si el mercado falla, también el burócrata falla. La ciencia económica nos dice que el burócrata, por su naturaleza misma, siempre falla porque toda transacción con un burócrata es coercitiva.
El sistema de libre competencia es un sistema de autocorrección permanente en tiempo real. Por ejemplo, si un empresario está cobrando precios excesivos, aparecerá otro que esté dispuesto a cobrar menos. Este sistema autoregulador de los mercados competitivos no existe, y no puede existir, en la planificación central, el Estado benefactor o cualquier manifestación socialista; sea socialdemócrata o socialcristiana. Estamos obligados a pagar impuestos independientemente del buen uso o no de los recursos por parte del burócrata. Esto es como que nos obliguen a dejar nuestras casas abiertas y confiar que ningún ladrón se aproveche de la circunstancia. Las leyes para la administración de recursos públicos pueden dificultar los actos de corrupción pero jamás lograrán incentivar el uso eficiente de los mismos tal y como lo hace la libre competencia.
Las conclusiones de la ciencia económica están respaldadas por la evidencia empírica. A nivel general, baste que comparemos las dos exalemanias, las dos Coreas, las China continental contra Hong Kong, Chile contra Argentina, etc. Se han realizado estudios empíricos a nivel mundial que demuestran una clara y contundente correlación entre la libertad económica y el nivel de ingreso de los países. Estos estudios se conocen bajo el nombre de Índices de Libertad Económica. Existen dos y se elaboran de manera independiente por la Heritage Foundation y por el Fraser Institute.
Ningún país pobre se ha hecho rico con socialismo ni con Estado benefactor. Todo país rico alcanzó su riqueza bajo un sistema de libertad económica. Todos los países ricos que se han estancado, dejaron de crecer desde el momento que empezaron a aplicar políticas socialistas. Y los países que mejor han enfrentado las crisis financieras son los que se apoyan en la libertad económica.
En este sentido, el desarrollo económico requiere, inequívocamente, libertad económica, menos regulación, menos impuestos, menos gobierno y menos instituciones públicas.
Siguiendo estos principios de libertad económica, se presenta a continuación una “Agenda para el desarrollo”.
Estas son las 12 propuestas de “Una Agenda Para El Desarrollo” que consideramos necesarias para que América Latina se convierta en la región más próspera del globo. La historia, la teoría y la evidencia empírica definen un norte inequívoco a seguir.
¡Tomemos YA las acciones necesarias!