Cuatro falacias a favor de RECOPE

Sergio VillaltaSergio Villalta

Por: Sergio Villata

Cada vez que se defiende el muy nefasto monopolio de RECOPE se escuchan las mismas falacias que se repiten una y mil veces. Pero no existe razón jurídica que justifique el monopolio de RECOPE. Tampoco existe motivo alguno, desde la óptica de la ciencia económica, que justifique la existencia de un monopolio como el de RECOPE.

Falacia I: “el monopolio de RECOPE es necesario porque el Estado debe tener la capacidad de organizar y supervisar un sector estratégico para el país, como lo son los combustibles fósiles.”

Refutación: En primer lugar no es tarea del gobernante “organizar” ninguna industria nacional, así como no es una función del gobierno “organizar” la actividad económica.

La razón es muy sencilla: es imposible hacerlo. Y cualquier intento en ese sentido ha conducido siempre a problemas mucho mayores y a un fracaso total. No es posible que unos cuantos hombres puedan planificar, organizar y dirigir la actividad económica o la actividad de una industria en particular.

Porque simplemente no se puede conocer de antemano las acciones, intenciones y deseos de los individuos, como si estuvieramos tratando con el funcionamiento de un hormiguero o de un rebaño de ovejas.

Es imposible porque la información que da pie a esas acciones, intenciones y deseos humanos no puede saberse por adelantado. No existe en el presente.

Y como el futuro no se puede adivinar es imposible conocer esa información. Además, cambia constantemente, así que la planificación y la “organización” de las actividades económicas siempre han fallado a lo largo de la historia.

Además, el hombre no sustenta su vida en un determinismo biológico o económico. Tomemos por ejemplo la vida en una colmena. Esta sí puede determinarse por adelantado, ya que cada insecto que la habita se relaciona con los otros y vive su existencia de un modo configurado y muy predecible.

Pero el hombre es muy diferente y sus acciones dentro de un mercado libre no se basan en un determinismo económico. Y sí aún de manera incorrecta se asumiera que es posible “organizar y planificar” una industria o actividad económica en particular, acabar con un monopolio estatal no le disminuye esa capacidad de “supervisar” las actuaciones de los sujetos privados; si eso es lo que se quiere intentar de manera equivocada.

De ser así entonces tendríamos que aceptar que sería necesario la existencia de un monopolio estatal para asegurar la “organización” de una industria y la capacidad de “supervisión” del gobernante.

Lo cual es evidentemente un razonamiento torcido y falso. Porque se tendrían que crear monopolios en todos los diferentes sectores. (telecomunicaciones, de transporte privado, en el sector agrícola, etc. etc.) para llevar a cabo ese propósito.

Existen innumerables ejemplos de industrias en las cuales no existe un monopolio “público” y sin embargo, está presente la mencionada y tan nociva “supervisión” estatal. Y esto en nada debilita la capacidad de gobernante en interferir en esos mercados. Por lo que el monopolio de RECOPE no solo es inconveniente, sino que también es innecesario.

Como corolario a lo apuntado arriba basta escuchar la última excusa para justificar a este monopolio: “que RECOPE es necesaria para hacer la transición hacia los combustibles no fósiles”.

Esto seria igual de absurdo como decir que es necesario un monopolio estatal en las telecomunicaciones inalábricas para asegurarnos la transición entre la red 4G y a la red 5G. No solo el argumento es falso, sino que también ilógico.

No hay ninguna causalidad, tampoco ninguna correlación entre las nuevas tecnologías – por ejemplo los combustibles a base del hidrógeno – o los automóviles eléctricos y un monopolio estatal como el de RECOPE.

Simplemente no existe conexión alguna que nos haga pensar en que es necesario un monopolio estatal, para disfrutar de los avances que en este campo nos puedan brindar las nuevas tecnologías.

Falacia II. “El monopolio de RECOPE es necesario para salvaguardar la soberanía y la independencia del país, frente al poder de las transnacionales petroleras.”

Refutación: de aceptarse este “argumento” entonces tendríamos que llegar a aceptar que éramos menos “independientes” y menos “soberanos” antes de crearse por ley N° 7356 el monopolio de RECOPE, lo cual es un razonamiento falso.

Porque existen aquí dos errores fundamentales: primero se establece una falsa causalidad entre la existencia de un monopolio y el grado de independencia y la soberanía de un país.

Y en segundo lugar se ignora los innumerable ejemplos de países que no tienen un monopolio en el mercado de los hidrocarburos, pero no por ello pierden o disminuyen su grado de independencia y soberanía.

Sabemos que el país no cuenta con petróleo y tampoco lo refina. Por lo que dependemos enteramente de la producción de combustibles fósiles que hacen otros países. No somos independientes en cuanto a la producción de combustibles y la existencia o no existencia de un monopolio como el de RECOPE no altera ese hecho.

Además, la dependencia en cuanto a los combustibles no disminuye y tampoco desaparece por la existencia de un monopolio estatal como el de RECOPE. Tampoco el monopolio en si mismo es una garantía que existirá una reserva de combustible en caso de que el suministro de hidrocarburos proveniente de los otros países se detenga.

Bien podría existir una reserva de combustibles dentro de un mercado abierto. Por ejemplo, podría el gobierno mismo crear una reserva en ese sentido y asegurar el suministro de combustibles, si el abastecimiento de otros países se interrumpe.

O podría el gobernante legislar para que los oferentes privados crearan una reserva, si es eso lo que se considera como lo más conveniente. (Desde luego esto no sería lo más conveniente) Sin embargo, el punto es que no se necesitaría de la existencia de un monopolio para que se legislara así o para que el mismo gobierno creara esa reserva de combustibles.

Pero la existencia de un monopolio no ayuda a que eso suceda tampoco. Así como tampoco un mercado abierto impide que se logre ese objetivo.

¿Cómo garantizarnos que RECOPE tendrá siempre esas reservas? ¿A qué costo? ¿Y cómo saber que esas reservas no son de hecho más vulnerables que las reservas que puedan tener las empresas privadas?

Falacia III:Es mejor el monopolio de RECOPE que entregar al país a manos de un monopolio privado.”

Refutación: Este razonamiento parte de una premisa falsa. Asume que un monopolio gubernamental no es susceptible de ser usado por intereses grupales o particulares por el simple hecho de ser un monopolio estatal.

Y en segundo lugar se incurre en el error de colocar al gobernante como si fuera un personaje siempre sabio y moralmente incorruptible – y por lo tanto -, se concluye que el monopolio estatal vela por el interés nacional.

Nada más lejos de la realidad, puesto que el gobernante es un ser de carne y hueso que tiene las mismas debilidades y sufre las mismas tentaciones que cualquier otro sujeto.

El gobernante no es un ser sobrenatural. Es un mortal con los mismos defectos y debilidades que padecen los demás. El gobernante no es omnisciente, sus errores son abundantes y además muy costosos.

Bien sabido es que RECOPE puede cargar en el precio final de los combustibles costos ajenos a la compra, importación y distribución de los combustibles. Por lo tanto es evidente que el monopolio de RECOPE puede ser usado como un ente que extrae recursos de los consumidores, para el beneficio del grupo de empleados que lo componen.

En tercer lugar se asume que de terminarse con el monopolio de RECOPE, ipso facto se crearía un monopolio privado. Algo que no puede suponerse, porque no existe evidencia alguna que lo demuestre.

¿Por qué ha de suceder eso? ¿Dónde está la evidencia científica? Sencillamente no existe nada que nos haga indicar que acabando con el monopolio de RECOPE pasaríamos a manos de un monopolio privado.

Pero además la historia del país, al menos desde el año de 1948, nunca registra la existencia de un monopolio privado en la importación y venta de los hidrocarburos. Y nunca el país se vio amenazado, ni mucho menos postrado ante los oferentes privados que operaban mediante contratos firmados con el Gobierno.

Nunca se amenazó en subir los precios o disminuir la oferta de los productos a manera de chantaje o extorsión. Por lo que no se puede justificar el monopolio otorgado a RECOPE en teorías conspirativas que carecen de un antecedente histórico.

Finalmente, acabar con el monopolio estatal de RECOPE, no impide que el Gobierno mismo intervenga para evitar monopolios privados (lo cual no es lo más conveniente) o que participe con empresas estatales en un mercado abierto (lo cual también es muy nocivo).

Falacia IV: “La importación de combustible por su relevancia para la vida económica del país debe estar en manos estatales.”

Refutación: el hecho que se considere de gran importancia el papel que juega el petróleo y sus derivados en la economía del país, no nos permite concluir que esta actividad deba ser una actividad monopolizada por el Gobierno.

Aceptar esto significaría que otras actividades – de igual o más importancia para la economía y la vida del país -, deberían ser todas actividades monopolizadas por el Gobierno.

Podríamos pensar de manera hipotética entonces en la producción de alimentos. ¿Qué más importante para las personas y para que se puedan desarrollar toda clase de actividades económicas que la producción de los alimentos mismos?

Si el criterio para aceptar que una actividad debe ser monopolizada por el Gobierno, es su importancia relativa en la economía nacional, entonces – por ejemplo -, habría que expropiar todas las tierras agrícolas y ponerlas bajo propiedad de un órgano estatal para que el Gobierno sembrara alimentos con carácter de monopolio

Lo mismo se podría decir de los medicamentos, ¿acaso no son igual de importantes para la economía y la vida de las personas? ¿Y por qué no los hospitales? ¿No es acaso la salud de las personas aún más importante para la economía?

De seguirse este razonamiento casi no habría industria o sector que no estuviera bajo la bota de un monopolio estatal. Puesto que en una economía moderna no hay sector que no se relacione de manera directa o indirecta con los demás. Así toda industria tiene una importancia relativa con respecto a sus pares.

Lo cierto es que no existe nada que nos haga pensar que lo más conveniente para los consumidores es que la importación de combustibles deba estar en manos estatales y con carácter de monopolio.

Y no se pueden caer en la trampa ideológica de pensar que un monopolio público es preferible a un monopolio privado; porque tal razonamiento sería suponer erróneamente siempre una benevolencia y una magnanimidad del gobernante – y a la vez -, equivocadamente suponer una maldad y una perversidad del gobernado.

Es claro que el monopolio de RECOPE es innecesario, puesto que no cumple una función en beneficio del consumidor. También el monopolio es perjudicial desde un punto de vista económico; porque condena a las personas a vivir atadas a los precios productos y caprichos de un único oferente.

Sin embargo, es necesario afinar un punto aún mayor. El monopolio de Recope disminuye nuestro grado de libertad.

¿Por qué solamente RECOPE tiene el derecho de importar y vender al por mayor los combustibles fósiles? ¿De dónde RECOPE reclama el derecho de hacer algo que nadie más puede hacer?

La ley así lo autoriza se nos dirá.

Pero entonces, los que hicieron la ley, ¿de dónde adquieren el derecho de otorgarle a unos un derecho y negarles ese mismo derecho a los demás?

Obviamente RECOPE no es un ser vivo que respira y piensa por si mismo; en última instancia RECOPE se reduce a un grupo de personas iguales a usted o yo. Entonces: ¿por qué ese grupo de personas tienen un derecho que los demás no tenemos?

El hombre vive y mejora su existecia por medio del pensamiento, la razón y los valores, todas estas son condiciones muy necesarias para sustentar la Libertad.

Pero cuando un grupo de hombres, mediante una ley, reclaman para si mismos un derecho que los demás no tienen, estamos ante un acto liberticida. Y de lo que se trata es de vivir con mayor libertad, no con menos.