El efecto anti-salud

Andrés Ignacio PozueloAndrés Pozuelo

No podemos hablar de salud, sin tratar antes de definir el término. El problema con el concepto de salud, igual que con otros conceptos ambiguos, el de religión, por ejemplo, es que se hallan ligados a todo un complejo sistema de dogmas y creencias acumuladas a través del tiempo. Dicho sistema que es fruto del esfuerzo de muchas generaciones de seres humanos que vieron más fácil la tarea de dictar reglas que la de educar sobre el tema. Por esta razón, resulta menos complicado reflexionar acerca de lo que no es salud que definir lo que significa el término.

Veamos. La salud no se reduce a no sentir dolor o a dejar de sentirlo por medio de analgésicos. Después de todo, el dolor no se origina por la ausencia de estos. La salud no reside en estar inflamado o dejar de estarlo gracias a la ayuda de medicamentos antiinflamatorios, dado que la inflamación no se origina debido a la falta de tales remedios. Para resumir hasta aquí, salud no es sentirse bien bajo el efecto de medicamentos y, mucho menos, sentirse mal por culpa de ellos.

Desde un punto de vista más psicológico, podemos descartar que el hecho de esperar largo rato sintiéndose mal para poder ver al doctor, pueda significar salud. Asimismo, esperar días o meses para hacerse un examen o recibir los resultados, aunque uno esté bajo el beneficio de una incapacidad, de ninguna manera puede aportar positivamente a la curación. Es más, la espera de un diagnóstico se puede volver más amarga, si el tiempo libre del paciente supera al tiempo que dedica a estar activo y ocupado. A la hora del diagnóstico, el efecto anti-salud se torna efectivo cuando a uno lo estigmatizan con un término que probablemente no entiende, no sabe qué significa y que, sin embargo, en la mayoría de los casos formará parte de nosotros hasta que algo más grave nos sea diagnosticado. A este efecto se le puede llamar sucesión médica, fenómeno por el cual nos vamos graduando de una enfermedad a otra, muriendo un día de un mal muy simple llamado anoxia o falta de oxígeno celular.

La utilización de fármacos ajenos a nuestra bioquímica natural siempre es riesgosa, ya por sus efectos secundarios inmediatos, ya por cambios en la homeostasis corporal a largo plazo. Pero más problemático aún es iniciar un tratamiento con un fármaco determinado y descontinuarlo por falta de abastecimiento de parte del sistema de salud. Este efecto anti-salud, desgraciadamente, se da a menudo en nuestro sistema sanitario, y las consecuencias resultan catastróficas, al punto de que estamos tentados a decir que tal vez sea mejor no recetar fármacos del todo que iniciar tratamientos que podrían interrumpirse de manera abrupta. En fechas recientes, se han producido faltantes de numerosos medicamentos en la CCSS, situación que ha producido ansiedad, confusión y definitivamente un efecto anti-salud en los pacientes.

Un alto porcentaje de los pacientes que acuden a nuestro sistema de salud, lo hacen por padecimientos que varían desde un dolor de cabeza hasta una gastritis crónica, sometiéndose a menudo a continuas esperas y exámenes innecesarios, en ocasiones tardíos, para recibir eventualmente un diagnóstico lleno de nombres complicados, aunque todas las dolencias apuntan a un mismo origen: el síndrome de agobio. Este síndrome se caracteriza, más que todo, por la desoxigenación celular generalizada, producida casi siempre por una hiperventilación basada en la mecánica defectuosa de la respiración, fenómeno inducido por el exceso de ansiedad o dolor que, a la vez, se agrava al existir vasoconstricción por falta de CO2 en la sangre, lo cual obedece precisamente al hecho de hiperventilar, creándose de esta manera un círculo vicioso que puede llevar a problemas crónicos y agudos de gravedad.

Si aceptamos estas hipótesis como ciertas, la conclusión es una: hay que cambiar, en todo el sistema de salud pública y privada, la forma de diagnosticar y de tratar a la gran mayoría de pacientes que visitan las clínicas. Esto quiere decir que, antes de iniciar al paciente en la escalofriante odisea de la sucesión médica, debemos educarlo en métodos alternativos de autoayuda (técnicas de respiración, nutrición, estiramiento, meditación y otros), de tal forma que pueda asumir y enfrentar lo complejos retos de lo que llamamos “condición humana” de un modo natural, independiente y placentero.

Al mismo tiempo, es probable que si en este país hiciéramos el esfuerzo de monitorear y llevar a cabo un programa de mejora continua capaz de disminuir los efectos anti-salud, provocados por las interminables esperas, los exámenes innecesarios, los conflictos paciente-doctor, los problemas ambientales y salubres en las clínicas, la falta de posibilidades de elección y un largo etcétera, los esfuerzos de un considerable número de valientes profesionales médicos que luchan a favor de la salud se harían realmente visibles; y como un beneficio adicional, por añadidura, se reduciría la dependencia actual hacia los medicamentos y sistemas de reparto de medicina mediocre, como los de la CCSS.

La medicina, en términos generales, sufre de exceso de consumo, en la medida que la gente pretende cambiar una condición humana que, por naturaleza, conlleva muchas veces malestar y dolor sin causa específica, sometiendo sus cuerpos a un sistema médico determinista, que a la vez es ineficaz, como todo lo estatal.  Pero esto también podría mejorar dándole poder de decisión al asegurado.

No queda más que agregar, que los privilegios que los sindicalistas de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) quieren mantener, de ninguna manera se pueden considerar salud, excepto para ellos mismos, pero expensas de la salud corporal y económica del resto de la población.