El flat tax es un sistema impositivo que ha demostrado resultados impresionantes y paradójicos en muchos países. Impresionantes porque la recaudación crece a ritmos superiores al crecimiento de la economía. Paradójico porque la recaudación aumenta a la vez que se reducen los impuestos, desmintiendo la creencia tradicional de que la reducción de impuestos crearía un hueco fiscal.
La propuesta es crear un flat tax, para el régimen definitivo. Es decir, la idea es implementar una tarifa plana del impuesto sobre la renta tanto sobre los ingresos netos de las personas físicas como sobre las ganancias netas de todas las personas jurídicas, sean con o sin fines de lucro para el régimen definitivo. Con el flat tax, la tasa es igual para todos; no hay exoneraciones ni excepciones de ningún tipo. Tampoco hay escalafones ni tasas distintas para aquellos con mayores ingresos o ganancias.
Para que Costa Rica sea verdaderamente competitiva a nivel internacional, la tasa del flat tax debe mantenerse baja, idealmente entre un 15% y un 20%. No tendría sentido superar ese 20%, dado que los países más desarrollados han reducido sus tasas corporativas en torno a ese porcentaje. Así, al adoptar un flat tax igual o menor al 20%, nuestro país atraerá muchísima inversión, fomentará el emprendimiento nacional y dará un salto de calidad en su desarrollo económico.
La propuesta concreta sería reducir gradualmente la tasa marginal más alta del impuesto sobre la renta, pasando del actual 30% a un competitivo 20% en un plazo de cuatro años. Esto significaría una disminución de 2,5 puntos porcentuales por año, permitiendo una transición ordenada y responsable hacia un sistema más justo y eficiente.
Pero los beneficios no se detienen ahí. El flat tax debe venir acompañado de la eliminación inmediata de impuestos que generan doble tributación, como el gravamen sobre dividendos y las ganancias de capital. Además, se crearían créditos fiscales para la reinversión de utilidades, siguiendo el exitoso modelo de las zonas francas, lo que estimularía aún más la inversión y el crecimiento empresarial.
Otro aspecto revolucionario es la eliminación de los gastos por depreciación: bajo el flat tax, todas las compras son deducibles en su totalidad en el momento en que se realizan. Esto simplifica la contabilidad, reduce trámites y, sobre todo, incentiva la inversión productiva y la generación de empleo.
El flat tax, no es una idea nueva, pero sí respaldada por grandes pensadores de la economía moderna. El flat tax fue mencionado por primera vez por Milton Friedman, Premio Nobel de Economía, en su influyente libro Capitalism and Freedom publicado en 1962. Posteriormente, fue desarrollado en profundidad por los reconocidos economistas Robert Hall y Alvin Rabushka del Hoover Institution de la Universidad de Stanford en su obra The Flat Tax.
La Curva de Laffer
El flat tax está estrechamente ligado al concepto de la Curva de Laffer que demuestra que una reducción de la tasa marginal de impuestos puede aumentar la recaudación. Si la tasa marginal de impuestos es alta, tal y como sucede en la mayoría de los países, entonces una reducción de dicha tasa se traduciría en un aumento en la recaudación.

Según esta curva, si la tasa impositiva es del 0%, el gobierno no recauda nada. En el extremo opuesto, una tasa del 100% también genera cero recaudación, ya que nadie estaría dispuesto a trabajar si todo su ingreso va al gobierno. Lo que nos dice la Curva de Laffer es que, si nos encontramos en el lado “B” de la curva, una reducción de la tasa de impuestos se traduce en un aumento en la recaudación.
Tanto teoría como la evidencia empírica sugieren que el punto máximo de recaudación se alcanza con tasas marginales de impuestos bajos.
Justicia y eficiencia
El flat tax representa una auténtica revolución en materia de justicia tributaria. Es un sistema que no hace distinciones ni privilegia a ningún grupo económico o social, garantizando que todos aporten bajo las mismas reglas. A diferencia de impuestos como el IVA o el territorial, que se pagan incluso cuando una persona enfrenta pérdidas o está desempleada, el flat tax solo se aplica a quienes realmente generan riqueza. Así, nadie es castigado por su situación económica adversa, y el principio de equidad se coloca en el centro del sistema impositivo.
En términos de eficiencia, el flat tax elimina las distorsiones que suelen afectar las inversiones, pues establece una tasa única para toda actividad económica. Esto significa que las decisiones empresariales se toman en función de la eficiencia real y el potencial de crecimiento, no por reglas fiscales arbitrarias o intereses políticos momentáneos. El resultado es un entorno donde florecen la innovación, el emprendimiento y la generación de empleo, impulsando un crecimiento económico sano y sostenible.
Fortalecimiento de la democracia y transparencia
La adopción del flat tax es un paso firme hacia instituciones democráticas más sólidas y transparentes. Una tarifa única impide que la política fiscal sea utilizada como herramienta para beneficiar a aliados del gobierno o castigar a quienes piensan diferente. Sin exoneraciones ni privilegios, se termina la competencia entre grupos de presión, disminuyendo los costosos y poco productivos gastos en “lobby” en los congresos. Esto fortalece la eficiencia institucional y blinda la toma de decisiones frente a intereses particulares.
Además, el flat tax reduce drásticamente la cantidad de consultas e interpretaciones innecesarias en materia fiscal. La simplicidad del sistema elimina la confusión y los conflictos habituales entre el ministerio de Hacienda y los contribuyentes, otorgando mayor transparencia y certeza jurídica a quienes desean emprender e invertir en el país.
Quizá el logro más extraordinario del flat tax es que consigue lo que ningún sistema de fiscalización ha alcanzado: incentivar el pago voluntario de los impuestos. Su estructura simple y su baja tasa no solo desincentivan la evasión, sino que también estimulan la inversión y la formalidad. El resultado es una recaudación tributaria que crece por encima del ritmo de la economía, beneficiando a toda la sociedad costarricense y abriendo la puerta a un futuro más próspero y justo para todos.
El flat tax y la progresividad
Existen quienes sostienen que el flat tax debería contemplar una sola excepción: exonerar del pago a aquellas personas, sean físicas o jurídicas, cuyos ingresos o utilidades no superen cierto umbral. Bajo este esquema, el flat tax adquiere un carácter progresivo, pues protege a quienes menos tienen y concentra la recaudación en quienes realmente pueden aportar. Consideremos un ejemplo concreto: supongamos un flat tax del 15% con una exoneración única para todos los ingresos inferiores a US$1,000.
| Ingreso | Impuesto absoluto pagado | Porcentaje de su ingreso |
| US$1,000 | 0 | 0% |
| US$2,000 | 150 | 7.5% |
| US$10,000 | 1,350 | 13.5% |
Este ejemplo demuestra, sin lugar a duda, que es un mito pensar que la progresividad de un impuesto exige múltiples tasas para distintos niveles de ingreso o utilidad. Las cifras hablan por sí solas: tanto en términos absolutos como relativos, el flat tax con una exoneración inicial es verdaderamente progresivo. Las matemáticas no se equivocan. Así, se logra un sistema justo, simple y eficiente que protege a los más vulnerables y fomenta el crecimiento económico.
En conclusión, implementar el flat tax representa una apuesta decidida por una Costa Rica más competitiva, equitativa y próspera. Este sistema ofrece un marco tributario más sencillo, transparente y justo para todos. Es el camino hacia un país donde la iniciativa privada y el esfuerzo sean mejor recompensados, sin que una carga fiscal desmedida limite el potencial de desarrollo.
Lectura recomendada:
“A Brief Guide to the Flat Tax” por Daniel Mitchell, Ph.D.

You must be logged in to post a comment.