El exceso de regulación eleva los costos de producción que terminan pagando los pobres. Además, el exceso de regulación crea barreras de entrada que benefician a los ricos permitiéndole a las empresas cobrar más caro por sus productos.
La regulación no es gratuita
Toda regulación tiene un costo económico y otro financiero. El costo económico es la pérdida en crecimiento, inversión y empleo que la regulación provoca al restringir los mercados. El costo financiero es aquel en que incurre la burocracia para administrar la regulación.
Pues bien, el costo financiero de la regulación bajo la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos (Aresep) costará ₡15 mil millones en el 2017 al consumidor costarricense. ¡¿Cuándo haremos caso a la ciencia económica que nos enseña que la mejor regulación no viene de la burocracia sino de la libre competencia!?
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