Qué causa las crisis financieras y cómo evitarlas

José Joaquín FernándezJosé Joaquín Fernández

Por: José Joaquín Fernández. Miembro de la Mont Pelerin Society.

La economía no siempre crece a tasas constantes, ni las tasas de desempleo son las mismas en cualquier periodo histórico. Existen periodos de alto crecimiento económico sostenido que vienen acompañados con salarios crecientes y bajas tasas de desempleo. Sin embargo, también existen periodos donde la economía no crece mucho o bien hay pérdidas netas en la producción. En tiempos de recesión o estancamiento, la inversión no es suficiente para absorber la fuerza laboral y, por tanto, el crecimiento de los salarios es menor y en la mayoría de los casos aumenta la tasa de desempleo. Estos periodos donde se alterna el auge y el estancamiento se conocen como los ciclos económicos. Ahora bien, ¿son inevitables los ciclos? Si el ciclo económico lo origina un fenómeno natural, pues no hay mucho que hacer y la resignación y paciencia sería la política económica a seguir. Sin embargo,  si el ciclo económico tiene su origen en malas políticas económicas, ¿cuál debe ser la política correcta?

El ser humano no es omnisciente. Es por eso que no toda actividad emprendedora resultará exitosa. Que exista fracaso empresarial es parte del proceso natural de limpieza de un sistema de libre competencia. Lo que llama la atención del economista es comprender por qué se dan periodos donde muchas actividades empresariales fracasan de manera simultánea dando origen a la recesión, a la depresión o crisis económica.

Existen dos enfoques económicos para entender el ciclo económico. Por un lado tenemos a los keynesianos y por el otro a la Escuela Monetarista y a la Escuela Austriaca.

Los keynesianos creen que la recesión se debe a una insuficiencia de la demanda agregada, es decir, no hay suficiente gasto que estimule el crecimiento económico. Para lograr el aumento en el gasto, los keynesianos recomiendan aumento del gasto público y expansión de la oferta monetaria. El error de este enfoque es que pone el “carruaje delante de los caballos”. El keynesiano olvida que el consumo es consecuencia, y no causa, de la producción. Creer en la receta keynesiana es como recomendarle a un cualquier persona que incrementando su gasto, se incrementará automáticamente su ingreso. A pesar de que lo anterior es obvio para cualquier persona, muchos políticos apoyan las políticas keynesianas quizá porque les conviene porque viven del gasto público y pagan con favores a los grupos de presión que financiaron su campaña.

Siguiendo la recomendación keynesiana, muchos políticos recurren a la expansión de la política monetaria creyendo que al imprimir más dinero habrá más riqueza, más inversión y más empleo. El dinero no es más que papel impreso de manera sofisticada, pero papel al fin y al cabo. La riqueza no se crea porque le pongamos más ceros al mismo papel moneda. Sin embargo, los keynesianos insisten que expandiendo la oferta monetaria se estimula el crecimiento económico. Por otra parte, los liberales sabemos que solo trabajando e invirtiendo de manera productiva se puede crear riqueza.

La Escuela Monetarista y la Escuela Austriaca, a diferencia de los keynesianos, advierten sobre las consecuencias, tanto de corto como de largo plazo, cuando un Banco Central, como la Reserva Federal de los EE.UU. (FED), el Banco Central Europeo (BCE), o cualquier otro banco central, aumenta la cantidad de dinero en circulación más allá de lo que requiere la economía. En el corto plazo, el exceso de liquidez origina un exceso de crédito disponible en donde las instituciones y empresas financieras reaccionan bajando las tasas de interés para poder colocar los excedentes crediticios. Sin embargo esta política de “dinero fácil” no puede mantenerse en el largo plazo porque imprimir más dinero, sin respaldo en producción, solo crea una ilusión de “riqueza” temporal. Eventualmente, el exceso de emisión monetaria se traduce en inversiones insostenibles, burbujas financieras, en una aceleración de la tasa de inflación o en todas las anteriores.

Sabiendo que la emisión excesiva de dinero no estimula el crecimiento económico, los bancos centrales más exitosos del mundo, siguiendo la recomendación de la Escuela Monetarista (Chicago), han optado por excluir dentro de sus objetivos de política monetaria, el de “crecimiento” (consecuencia del enfoque keynesiano) y han dejado únicamente la meta de control de precios (inflación debajo del 2% anual) como único objetivo de la banca central.

“En el curso de los años setenta, si no antes, la evolución económica de los países industrializados del mundo occidental desvirtuó la suposición, a veces muy extendida, de que el nivel de empleo de la economía puede ser incrementado, de forma duradera, con el estímulo de una inflación más o menos rápida. Antes bien sucede lo contrario: la estabilidad de la moneda es, a largo plazo, un supuesto importante para el buen funcionamiento de la economía de mercado y, con ello, para un próspero crecimiento económico y un alto nivel de ocupación (1)” -Deutsche Bundesbank.

“El objetivo de la política monetaria del Banco Central Europeo es mantener la estabilidad de precios. El BCE apunta a tasas de inflación por debajo, pero cerca, del 2% anual en el mediano plazo. … un banco central solo puedo contribuir al crecimiento potencial de la economía por medio del mantenimiento de un ambiente de estabilidad de precios. No puede aumentar el crecimiento económico expandiendo la oferta monetaria o manteniendo las tasas de interés de corto plazo a un nivel inconsistente con la estabilidad de precios. Un banco central solo puede influir el nivel general de precios. … Ultimadamente, la inflación es un fenómeno monetario”. -Banco Central Europeo.

Contrario a las enseñanzas del monetarismo y de la Escuela Austriaca de Economía, los economistas keynesianos creen que es posible crear inversión, empleo y prosperidad simplemente exigiéndole la Banco Central que imprima mayores cantidades de papel de colores (dinero). Los países que han seguido las recomendaciones keynesianas han sufrido experiencias nefastas.

Veamos el caso de Argentina. En ese país, la inflación de 1989 llegó a casi 5,000%. Para enfrentar este flagelo, se creó el 01 de abril de 1991 la caja de conversión y en menos de tres años la inflación llegó a 0% y se mantuvo así durante toda su existencia hasta el 2001. Con una caja de conversión, la oferta monetaria ya no dependía del capricho del burócrata de turno. Con una caja de conversión, la oferta monetaria depende del sector privado (como en Panamá). La Caja de Conversión impedía usar la política monetaria para “estimular” la economía.

Para el año 2001, Argentina atravesaba una recesión económica severa con dos bandos claros que explicaban la situación. Los economistas liberales (Monetaristas y Austriacos) explicaban la crisis debido al crecimiento excesivo de gasto público y a la falta de apertura de los mercados. Con las reformas de principios de la década de 1990, Argentina privatizó sus empresas públicas pero sin romper los monopolio ni abrir los mercados. Esto le permitió al Gobierno argentino cobrar precios más altos por la venta de las empresas y dio origen a ingresos extraordinarios. Por otra parte, dado que los mercados no se abrieron, no hubo incentivo para la inversión, para la innovación ni para la generación de empleo provocando que la producción argentina permaneciera prácticamente estancada desde 1994 a diciembre del 2000. En 1994 el Producto Nacional Bruto era de US$ 257 mil millones y a finales del 2001 fue de US$ 271 mil millones; apenas un 5% superior en términos nominales pero inferior medido como ingreso per capita en términos reales.

Ver: “Fixing Argentina” por Kurt Schuler

Con las privatizaciones de las empresas púbicas a principios de la década de 1990, el Gobierno de ese país contó con ingresos extraordinarios que se agotaron a mediados de esa década. Sin embargo, el Gobierno, en vez de ajustar su presupuesto, optó por seguir con el mismo nivel de gasto haciendo que la deuda púbica se duplicara en la segunda mitad de la década de 1990 pasando de US$70 mil millones en 1994 a US$ 141 mil millones a finales del 2001. Estos fenómenos, el exceso de gasto público y un sector privado que operaba en mercados sin competencia, fueron la causa de la crisis. Era necesario liberalizar los mercados y reducir el gasto público.

Sin embargo, el grupo de economistas keynesianos creía que la causa de la recesión de ese país se debía a la existencia de la caja de conversión porque decían que esta creaba una camisa de fuerza que impedía la expansión monetaria y abogaban por su abolición. Ellos creían que la emisión monetaria estimularía el crecimiento económico y para ello era necesario abolirla, lo cual, finalmente consiguieron el 06 de enero del 2002 con una devaluación del 40% (entiéndanse una expansión monetaria del 40%) y para finales del 2002 el PNB de la Argentina cayó en 12% en términos reales, la inflación superó el 40% y la pobreza alcanzó niveles de casi el 60%. En 1998 los niveles de pobreza alcanzaban el 25.9% y a finales del 2002, a tan solo un año de la política de “estimulo” de la expansión monetaria, la pobreza llegó al 57.5% de la población. Si hay algo que definitivamente está comprobado que aumenta la pobreza, es la inflación, cuyo único origen es la política monetaria expansiva o de “estímulo”.

Esto demostró una vez más que la expansión de la oferta monetaria no es un estímulo saludable para el crecimiento económico y que la recesión se debió, y se debe, más a la poca libertad económica y al exceso de gasto público que estruja al sector privado y le impide crecer, invertir y generar empleo.

El caso de la crisis financiera de los EEUU del 2008. Cuando en el 2001 EE.UU. entra en un periodo de desaceleración económica, el Gobierno reaccionó, por medio de la Reserva Federal (FED), con una política monetaria de crédito fácil (o irresponsable) que se tradujo en una reducción de las tasas de interés de referencia del 6.50% en enero del 2001 al 1.00% hacia el 2004. Dadas las condiciones reales de la economía de los EEUU, esta reducción era artificial; es decir insostenible porque la oferta monetaria estaba creciendo mucho más allá del crecimiento de la producción nacional. Por tanto, se sabía que esa expansión monetaria tarde o temprano se traduciría en inflación y que cuando esto sucediera, las tasas de interés subirían de nuevo a sus niveles normales. Con la reducción artificial en las tasas de interés, el gobierno “estimuló” e indujo deliberadamente a las personas a contraer deudas hipotecarias que empezaron a ser imposibles de pagar una vez que la tasa de inflación empezó a subir y las tasas empezaron a ajustarse y alcanzaron niveles de 5.25% a mediados del 2006.

Esto fue lo que causó la crisis inmobiliaria en los EEUU. Cuando subió la tasa de interés ya muchos no pudieron pagar la hipoteca y el valor de los bienes raíces cae dando origen a la crisis bancaria. Esto no es falla del mercado ni de la libertad económica sino del gobierno. La riqueza no se genera con una reducción artificial de las tasas de interés por parte del gobierno ni con una expansión mágica del crédito o del gasto público sea por medio de la Banca Central o del Tesoro.

Ver: “Fannie Mae, Freddie Mac, and Housing Finance: Why True Privatization Is Good Public Policy“, por Lawrence White

Sin embargo, si bien es cierto que la crisis financiera en los EEUU se empezó a gestar con la reducción de las tasas de interés, el papel que desempeñaron dos entidades financieras hipotecarias fue fundamental para agravar la crisis. Estas entidades son Fannie Mae (Federal National Mortgage Association) y Freddie Mac (Federal Home Loan Mortgage Corporation) que son de origen privado pero con patrocinio estatal muy importante. Estas entidades, al tener respaldo del gobierno, usaron criterio político para cumplir sus objetivos de suplir de liquidez a las entidades prestamistas de hipotecas y de otorgar garantías hipotecarias.

Fue así como para el tercer trimestre del 2007 ambas instituciones llegan a garantizar, o a tener derechos, sobre más del 50% de todas las hipotecas de los EEUU. con un valor de deuda de US$5.2 billones que en el 2003 apenas era de US$1.2 billones. Por ser entidades de patrocinio político, se pensó solo en el corto plazo y se dieron varios descuidos con el fin de poder colocar más recursos con mayores niveles de riesgo. Uno de ellos fue que estas entidades operaron con menores niveles de reservas a los exigidos a las entidades privadas. Por tanto, no es de extrañar lo acontecido cuando las tasas de interés subieron.

El papel que jugaron en la crisis financiera las instituciones cuasi-gubernamentales de Fannie Mae y Freddie Mac es tal que en una entrevista de febrero del 2009 que le hiciera Larry Kudlow, del programa Kudlow Reports, de CNBC, a Stephen Harper, Primer Ministro de Canadá, este último afirma que la solidez del sistema financiero canadiense se debe a que ellos no tienen instituciones financieras semejantes con participación del gobierno (2).

Ver: “Financial Crisis and Public Policy” por Jagadeesh Gokhale

Es necesario observar que en 1912, hace casi un siglo, el economista Ludwig Mises, exponente de la corriente Escuela Austriaca de Economía pronosticó la crisis financiera en su libro “The Theory of Money and Credit” cuando expresa: “El demagogo no se molesta por las consecuencias remotas de sus políticas. El escoge inflación y expansión del crédito a pesar de que el sabe que el boom creado es de corta duración y que inevitablemente debe acabar en desplome”.

Las sociedades siempre han sido consumistas y codiciosas. Si esta fuera la causa de la crisis entonces siempre estaríamos en crisis. El problema surge cuando el gobierno alimenta el consumo de manera artificial ya sea con reducción de las tasas de interés, expansión de la oferta monetaria sin respaldo o con un mayor gasto público.

En los EEUU, el 2008 fue el año del desplome de las políticas de estímulo artificial de los años anteriores. Y, ¿cómo reacciona el gobierno de los EEUU para enfrentar el desplome? ¡Increíblemente esta haciendo lo mismo que dio origen a la misma! Las tasas de interés de referencia de la FED se han reducido nuevamente a partir de septiembre del 2008 y en diciembre de ese año alcanzaron niveles históricos a una banda que va de entre el 0.0 y el 0.5%. En abril del 2009, fecha en que se escribe esta nota, no ha habido modificación aún sobre las mismas.

Por otra parte, existe un peligro inminente de repunte de la tasa de inflación de EEUU. Un programa de “estímulo” de la Reserva Federal de los EEUU está inyectando de liquidez la economía con US$ 500 mil millones. Dicho incremento de la cantidad de liquidez empezó a mediados de enero y terminará el 30 de junio próximo que consiste en la compra de bonos hipotecarios. Y dado que la inflación, o aumento en el costo de la vida, es un fenómeno monetario, ¿qué pasará cuando este exceso de liquidez se traduzca en inflación y deban ajustarse a la alza las tasas de interés?

El eventual desplome de una política monetaria que estimule artificialmente la economía es inevitable y no existe regulación posible que lo evite. La crisis no es un problema de falta de regulación. Creer lo contrario es demagogia. Si los gobiernos continúan con políticas monetarias expansivas y reducciones artificiales de las tasas de interés, por más nuevas regulaciones que implementen, no podrá evitarse un nuevo desplome. Algo que ha evitado el desplome inminente es que el Gobierno de los EE.UU. se ha asegurado de que los países aumenten sus niveles de reservas monetarias en dólares estadounidenses, lo cual equivale a un aumento en la demanda que contrarresta el aumento en la oferta.

Decía Adam Smith en su obra “La riqueza de la naciones” que lo que es sano para una economía familiar también lo es para el gobierno. En época de crisis, se recomienda a las familias austeridad en sus gastos y evitar mayor endeudamiento. Pues bien, lo mismo deben hacer los gobiernos para reactivar la economía. El endeudamiento por parte del gobierno y sus programas de “estímulo” solo agravará la crisis. Por definición, una empresa en quiebra no es capaz de generar ni inversión ni nuevas fuentes de empleo, ni siquiera aumentar los salarios. Solo las empresas competitivas son las capaces de financiar inversión y transferencia tecnológica, de generar empleo y pagar salarios crecientes. No podremos estimular el crecimiento favoreciendo a las empresas ineficientes con los recursos de los contribuyentes eficientes. Todo paquete de “estímulo” no es más que un eufemismo para lo que en realidad es un paquete de transferencias de agentes económicos eficientes a ineficientes. Debe quedar claro que ni la expansión artificial del crédito ni las políticas socialistas o keynesianas que implican la expansión del gasto público estimulan el sano crecimiento económico.

Sin embargo, el gobierno de EEUU aprobó un paquete de transferencias por US$787 mil millones para rescatar a empresas ineficientes bajo el pretexto de que son muy grandes para dejarlas quebrar. ¿No serán mejor decir que estas empresas son muy grandes para rescatarlas? Ya Japón vivió en la década de los 90’s la misma experiencia que los EEUU viven ahora. Los precios de los bienes raíces cayeron en un 80% y el índice Nikkei cayó alrededor de un 70%. Japón redujo las tasas de interés, aprobó, no uno, sino varios paquetes de estímulo por varios billones de yenes y se embarcó en un gasto público impresionante en infraestructura. Todo esto con efectos insignificantes sobre la economía. (3)

Así como en un pastel de recursos, a mayor tamaño sea la tajada que se lleve el gobierno, menos recursos quedan a disposición del sector privado. Le hago una pregunta al lector, ¿dónde genera mayor riqueza el capital? ¿En manos de un burócrata o en manos de los emprendedores privados? Para reactivar la economía el gobierno debe reducir impuestos y simultáneamente reducir sus gasto para liberar recursos al sector privado, único motor del desarrollo económico.

El problema financiero en los EEUU no se solucionará hasta tanto no se limpien los activos “tóxicos”. Es decir, algunas instituciones financieras tienen colocados préstamos o títulos hipotecarios que están respaldados por bienes raíces que en este momento no cubren el valor de la deuda. Esta pérdida es real y los paquetes de transferencias no hacen más que prolongar e incrementar los costos del debacle.

La economía necesita que operen las fuerzas del libre mercado, no las fuerzas políticas.

Si la causa de las crisis financieras tiene su origen en un manejo discrecional de la política monetaria, entonces para evitarlas la única solución posible es eliminar esta facultad discrecional que tienen los políticos de alterar a su antojo las tasas de interés y de expandir la oferta monetaria. Aquí hay tres opciones. La primera es diseñar un programa monetario donde el crecimiento de la oferta monetaria sea determinado según una regla de expansión como por ejemplo siguiendo la propuesta de Milton Friedman donde el crecimiento de la oferta monetaria se determina según el crecimiento del PNB de los últimos años. La segunda propuesta es también una regla monetaria y es volver al patrón oro tal y como lo propone Murray Rothbard. En este caso, la cantidad de dólares que imprima la banca será una función directa de las reservas de oro. Una última propuesta es cerrar los Bancos Centrales y entrar en un esquema denominado “free banking” tal y como existía siglos atrás en donde tanto la oferta como la demanda de dinero se determina en un mercado libre y competitivo.


(1) Deutsche Bundesbank (1994): Política Monetaria del Bundesbank. Frankfurt am Main, Alemania. Marzo. P.19
(2) https://www.cnbc.com/id/15840232?video=1043703424&play=1
(3) “Powell: Avoid Japan’s mistakes”. The Washington Times. Sunday, March 8, 2009