Muchas veces se habla de dictadura y tiranía como si fueran sinónimos, aunque en realidad no son. Aunque tanto en dictadura como tiranía una persona o grupo de personas gobiernan para sus propios intereses y aplastan cualquier tipo de disidencia, la diferencia radica en la manera en que se llega al poder.
Una dictadura llega al poder por medios ilegítimos, ya sea una invasión, revuelta o golpe de Estado, mientras que un tirano llega al poder por medios legítimos: elecciones populares o sucesión del poder (en monarquías).
Durante los tiempos de la guerra fría en Latinoamérica se dieron muchas revoluciones marxistas violentas afines a la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS). También Estados Unidos financió contrarevoluciones violentas para ponerle un alto al marxismo.
Populismo y socialismo
Sin embargo, los tiempos y las formas cambian. En 1999 Hugo Chávez Frías ganó (por medios democráticos) las elecciones de Venezuela. Y una vez ahí, logró reformas constitucionales y persecución de medios y fuerzas de oposición.
Aunque en Venezuela hay ejército, Hugo Chávez Frías logró muchas de sus reformas con un alto nivel de apoyo popular. —¿Pero eso no es lo más democrático que puede ocurrir? — dicen algunos.
El arma más poderosa de Hugo Chávez no fue un ejército, sino el populismo: una peligrosa herramienta que deforma la democracia para convertirla en tiranía.
El populismo plantea una falacia de falso dilema en la que únicamente hay dos opciones, o se está con el pueblo o contra el pueblo. Mediante esa falacia, el líder populista (que se hace llamar libertador o defensor del pueblo) aprovecha para atacar y aplastar cualquier crítica o intento de oposición.
En Venezuela, el populismo planteó como enemigo del pueblo al imperialismo yanqui, y acusando a medios de comunicación de tener apoyo económico de Estados Unidos, cerró medios de comunicación críticos y encarceló y asesinó a líderes de oposición (acusados de ser traidores de la patria bolivariana).
Aún a 25 años de aquella elección ganada por Hugo Chávez y a 11 años de su muerte, su sucesor Maduro sigue haciendo uso del populismo, su fuerte propaganda y una maquinaria estatal tiránica al servicio de un único poder.
Venezuela no es el único caso de populismo en el mundo, socialistas como Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), Cristina Fernández (Argentina) y Daniel Ortega (Nicaragua), casi todos ya fuera del poder.
Nueva ola populista
Debido a la gran cantidad de líderes populistas de corte socialista es muy común creer que el populismo es una herramienta exclusiva de los socialistas, sin embargo, la evidencia nos deja claro que no es así.
Aunque de orígenes socialistas y aún con ciertas políticas de izquierda, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, es aplaudido por muchas personas que se dicen de derecha. Pero además de lo anterior, Nayib Bukele es un populista que ha logrado una reelección pese a prohibición constitucional y ha logrado control en todos los poderes de la República.
En Costa Rica, Rodrigo Chaves ha recurrido al populismo para calificar a cualquier prensa crítica como canalla, ha calificado a grupos opositores de aliados de las élites y montado una maquinaria de propaganda donde el que no cumple su voluntad es “enemigo del pueblo”.
Aunque tanto Nayib Bukele como Rodrigo Chaves tienen aires estatistas, ambos son críticos (al menos de forma propagandística) del socialismo cada vez más impopular de la primera ola de tiranos.
Es por la razón anterior que es importante aprender a identificar al populismo y no dejarlo florecer, porque una vez que lo hace es muy difícil dar marcha atrás.
Las verdaderas democracias y repúblicas no son perfectas, llevan a personas incapaces y corruptas al poder y muchas veces no resuelven graves problemas de la sociedad, sin embargo, ofrecen un mayor nivel de respeto a la libertad de expresión y brindan alternancia en el poder.
El populismo es una herramienta peligrosa que permite deformar la democracia y mediante la manipulación, desarticular los pesos y contrapesos republicanos al tiempo que genera un terreno poco fértil para que surjan líderes de oposición.