Ya empiezan los fanáticos a decir, sin fundamento alguno, que yo ando buscando chamba con los progres porque he coincidido con ellos en varias críticas al populista presidente: Rodrigo Chaves.
En primer lugar, soy liberal, pero uno que puso las barbas en remojo tras el fracaso de Unión Liberal 2022. Los liberales tenemos poco peso político y social, nos pasamos agarrando entre nosotros mismos (liber-progres, paleoliberales, clásicos y otros).
No únicamente nos peleamos entre nosotros mismos, sino que nos encerramos en una burbuja (trabajemos únicamente con liberales, hablemos únicamente con liberales) porque los demás son zurdos. Esto ha imposibilitado el crecimiento, hay que convencer a la gente no liberal de que nuestras ideas son buenas.
Las razones anteriores sumadas a liderazgos desgastados y vinculados al oportunismo y corrupción nos dejan mal ante la opinión pública y nos excluyen de llegar a barrios humildes, emprendedores y empresarios que se beneficiarían de políticas liberales.
Tenemos jóvenes que recitan a Mises, Hayek y Rothbard desde corta edad, pero desfilan por varios partidos políticos buscando atención y protagonismo para ocupar cargos públicos: el Estado es el enemigo hasta que me trabajo.
Ciertamente yo decidí darle una oportunidad al gobierno de Rodrigo Chaves que inicialmente daba señales de poder ser un centro-derecha, porque había sed de cambio y 8 años PLN y 8 años PAC de sufrimiento.
Pero el tiempo me enseñó que el populista de Zapote, lejos de buscar reducir impuestos o reformar el Estado, busca cargar a los nacionales con más impuestos mientras presume crecimiento económico generado por trasnacionales muy exentas de impuestos en Zonas Francas.
A lo anterior sumarle una crisis de inseguridad, deterioro de escuelas y colegios públicos, largas listas de espera en la CCSS, elevado costo de la vida, pérdida de competitividad y todo contra las promesas demagogas del populista de Zapote.
Finalmente una mirada a lo que sucede en el mundo me muestra que en la mayoría de democracias liberales vemos populistas y radicales tanto a la izquierda como a la derecha, que apelando al factor emocional buscan dividir y conquistar manipulando a los ciudadanos.
Humildemente (se que no soy nadie) pondré mi granito de arena para tratar de contrarrestar esta situación, y debo admitir mi error por despreciar en el pasado a personas por ser zurdas, progres o quizás ni siquiera eso, únicamente por pensar distinto a mí.
Tanto los liberales como nuestro país requieren cambios, pero estos no llegarán mediante promesas falsas, mentiras, manipulación ni actos emocionales, debemos promover un diálogo sincero y de altura para resolver problemas, sin arrojarnos la arrogancia de tener la verdad absoluta.