Las generaciones pasadas y la actual han hipotecado el futuro de los jóvenes de maneras dramáticas; y sin embargo, los jóvenes siguen cometiendo el mismo error de mi generación de buscar soluciones de Estado a problemas de mercado.
En muchos países, la generación actual ha acumulado grandes deudas públicas que recaerán en las generaciones futuras. Esto limitará la capacidad de acceso a recursos financieros para emprender y crear un patrimonio propio.
La deficiente educación estatizada y la regulación laboral están condenado a muchos jóvenes a las filas de desempleo o a emplearse en trabajos tediosos sin un futuro enriquecedor.
Lo desconcertante es que aún en países como Argentina, donde una gran mayoría de jóvenes ya despertó y, eligieron a un candidato anti estado, el poder establecido sigue sin recibir el mensaje y se empeña en bloquear las iniciativas de cambio que se presentan.
Es responsabilidad de todos los liberales latinoamericanos el atizar esta llama “anti estado” y no apoyar movimientos políticos mediocres que buscan mantener el statu quo.