Por: Sergio Villalta
El pasado 17 de diciembre la Policía de Control Fiscal informó que durante un patrullaje por el kilómetro 31 de Golfito a San José, los policías interceptaron tres vehículos y descubrieron un cargamento de 265.980 cigarrillos de contrabando cuyo valor podría rondar los ¢23 millones en el mercado “negro”. (1)
También esta semana la policía informó que decomisó otro cargamento de cigarrillos que fue robado y valorado en ¢5 millones. (2) El 10 de octubre pasado se decomisó un cargamento de 13 millones de cigarrillos. (3)
Y el pasado 10 de septiembre se descubrió un cargamento de 11 millones de cigarrillos con un valor aproximado de ¢750 millones en el mercado “negro”, en el kilómetro 35 de Paso Canoas a San José. (4)
Los mercados negros
Solo existen dos maneras de organizar la vida en sociedad. La primera es mediante la cooperación voluntaria y la elección libre. Aquí los individuos deciden cuáles son sus necesidades y cómo van a satisfacerlas con los recursos disponibles. A esto se le conoce como el libre mercado.
La otra forma es obedeciendo las órdenes del gobernante. Esta sería una economía donde una persona, o grupo de personas, deciden qué van a consumir los demás y por consiguiente también decidirían qué se va a producir. Existen diversas formas para lograr esto.
Se puede hacer mediante una forma extrema, cuando el gobernante expropia los medios de producción y fabrica directamente los bienes y servicios. O se puede conseguir de una forma indirecta, mediante leyes o impuestos que prohíben o premian el consumo o la producción de un bien o servicio determinado.
Sin embargo, al final el efecto que produce esta segunda variante es muy similar a la primera forma. En el caso de los cigarrillos el gobernante en Costa Rica ha decidido que no deben consumirse o que su consumo debe ser mínimo.
Desde luego, los motivos por los cuales el gobernante haya decidido que así deben de ser las cosas poco importan ahora. Bien se pudieron haber esgrimido motivaciones muy bien intencionadas a la hora de penalizar el consumo de cigarrillos con altos impuestos.
Lo que sí se deben juzgar son los efectos que causa la política de desalentar el consumo de cigarrillos mediante esos altos impuestos.
El gobernante nunca podrá contra el mercado
Lo que hemos visto en las últimas semanas en cuanto al decomiso de grandes cargamentos de cigarrillos, demuestra que el gobernante nunca puede eliminar por completo las fuerzas del mercado.
Si existe una demanda insatisfecha, existirá siempre una oferta para satisfacerla. Esto sucedió hasta en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los demás países detrás de la Cortina de Hierro.
Donde a pesar de la existencia de un estado totalitario que controlaba hasta el último centímetro cuadrado de su territorio, existió un amplio mercado libre (“negro”). Mercado que satisfacía la demanda de muchos productos básicos (carne, leche, zapatos, etc.), porque no existía ninguna otra manera para satisfacer esa misma demanda.
El contrabandista
Son los altos impuestos los culpables en crear la figura del contrabandista de cigarrillos. Porque los vendedores de cigarrillos estarán dispuestos a saltarse las cargas tributarias y demás aranceles para obtener una ganancia. Y los compradores de cigarrillos gustosamente pagarán un precio menor por lo que necesitan.
Por esta razón el contrabandista ya sea de cigarrillos o de cualquier otra cosa, cumple una función muy importante: hace que los mercados vuelvan a ser libres. Nadie más que Martín Juno, ha descrito con tanta elocuencia el papel que juegan los contrabandistas.
Dice Juno:
“Los contrabandistas son personas que no esperan migajas de libertad, sino que toman lo que les corresponde y lo comparten con el resto. El contrabandista simplemente ignora las imposiciones del estado. Hace de cuenta que este último no existe y, bajo las sombras, concreta lo que la voluntad del poderoso no quiere que exista. El contrabandista es un verdadero liberal y, a la vez, un revolucionario de los pies a la cabeza.”
El fumado
Desde luego, reconocer lo beneficiosos que resultan los mercados libres, en especial cuando el gobernante ha tomado la decisión de destruirlos o controlarlos a rajatabla con más impuestos y regulaciones, no significa la defensa moral del consumo o la adicción al tabaco.
De la misma manera que oponerse a la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas, no implica una defensa moral del alcoholismo.
Desde luego, no faltará el argumento que diga: “el fumador se enfermará y eventualmente tendrá que ir a un hospital y yo tendré que pagar por su irresponsabilidad en el consumo de cigarrillos”.
Sin embargo, este “argumento” lejos de ser una razón para continuar con los altos impuestos a los cigarrillos, es más una razón para reformar el sistema de seguros médicos.
Con el actual sistema de “seguridad social” la irresponsabilidad del que abusa de las bebidas alcohólicas, del tabaco, de las drogas psicotrópicas, del azúcar, de las grasas saturadas, etc. se le cobra al resto de las personas que no abusan de tales substancias.
En un sistema de salud verdaderamente libre donde cada quien deba pagarse su seguro médico, el que abusa del tabaco o cualquier otra substancia, tendría que pagar primas más altas. Porque correría un mayor riesgo de sufrir una enfermedad. Así, nadie tendría que pagar por la irresponsabilidad ajena.
Conclusión
Lo cierto es que los altos impuestos a los cigarrillos han creado un gran mercado informal (libre). Pero el gobernante es el único culpable de su existencia.
Y ahora para empeorar las cosas destina valiosos recursos para perseguir a los contrabandistas e intentar remediar el problema que él mismo creó. Recursos que deberían de ser empleados en combatir a ladrones, asaltantes y asesinos; en lugar de perseguir a contrabandistas.